Tamales
Este fue un ejercicio de creatividad para la escuela, mis compañeros me dieron el tema del perro y su relación con su dueño.
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En una esquina de una gran ciudad de México, un vendedor muy apreciado
vendía honradamente sus tamales junto a un semáforo, desde la puesta del sol
hasta que se le terminaban, podía tomar unas horas o toda la noche.
Una tarde de otoño, con el aire frio los tamales se vendían rápidamente,
algunos de sus clientes se los comían ahí mismo y disfrutaban de un atole, y de
esos clientes, a veces se les caía un pedazo o tiraban un vaso de atole; las
morusas en el suelo atrajeron a un pequeño perro callejero.
Todas las noches, ese cachorro se acercaba al puesto y se alimentaba de lo
que la gente tiraba, los clientes rara vez le prestaban atención, los padres
alejaban a sus niños del perro y otros más crueles lo golpeaban o
ahuyentaban.
Cesar noto que el perro llegaba cada noche y con el tiempo le agarro cariño, le
hacía compañía en las noches de baja clientela y él le alimentaba las sobras de
su trabajo y lo curaba cuando lo lastimaban.
Pasaron los meses y llego el invierno, el cachorro creció y Cesar vendía mejor
sus tamales gracias al frio; el perro aprendió unos trucos y Cesar apreciaba su
compañía. Pero en las calles había muchos peligros como cualquier ciudad,
conductores imprudentes y malvivientes. Una noche de Enero, pasado día de
reyes, una noche especialmente fría; había baja clientela y mientras Cesar
jugaba con el perro, vio bajar de un auto a un grupo de personas –clientes - él
pensó – Tal vez con esta venta termine el día de hoy - Pero al acercarse el
grupo se dio cuenta de que venían con otras intenciones; cinco pandilleros los
rodearon rápidamente, el perro comenzó a ladrar, lo acosaron y lo comenzaron
a empujar y a golpear; Cesar se defendió lo mejor que pudo. El perro no lo
soporto al momento de que los pandilleros le tiraron las ollas de tamales y se
abalanzo rasguñando y mordiendo.
Los pandilleros intentaron defenderse y lastimaron a al perro, corrieron al auto
al ver que su víctima no era tan fácil como pensaron.
Después de que se retirasen sus atacantes, Cesar corrió hacia el perro, se
encontraba inconsciente en la acera, acomodo sus ollas y subió al perro al
carro de tamales y lo llevo con urgencia al veterinario; no era grave, aseguro el
veterinario, pero tendría que vendar la herida y tenerlo en observación por un
par de días.
Cesar se retiro ya menos preocupado, su compañero se encontraba bien y le
dijo al veterinario que soltara al perro, que el encontraría su camino. Se dedico
a preparar sus tamales, acomodar sus maltratadas ollas y volvió a vender sus
tamales la noche siguiente, esta vez sin su compañero.
Pasaron las horas, y al ver que no se venderían mas tamales, decidió retirarse,
era de madrugada, tomo sus tamales y se dispuso a cruzar el semáforo. En
ese momento el auto de la noche anterior encendió sus luces y acelero. Las
ollas volaron y el carrito de tamales fue destrozado, y el que alguna vez fuera
Cesar yacía entre rojo y amarillo en el piso.
El veterinario libero al perro dos noches siguientes al ver que Cesar no llegaba
por él, y el perro encontró su camino y espero al tamalero en esa esquina del
semáforo, día tras día.
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No es del todo mia, pero es lo que hice con el tema que me dieron, espero les agrade y si gustan comentar.
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